La seguridad y los beneficios de la salvación



Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él
Efesios 3:11-12, Reina Valera 1960

OTRAS TRADUCCIONES
RVA. Conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor. En él tenemos libertad y acceso a Dios con confianza, por medio de la fe en él.
BAD. Conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor. En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios.
BLS. Esto era lo que Dios había planeado desde el principio, y que ha hecho realidad por medio de Jesucristo nuestro Señor. Gracias a Cristo, y porque confiamos en él, tenemos libertad para acercarnos a Dios sin temor.

LEXICO
Seguridad del griego “parresía”, es la libertad o franqueza al hablar. En el Nuevo Testamento significa: Seguridad, libertad, franqueza. Sobre todo en hebreos y 1 Juan, la palabra denota “confianza” que se experimenta con cosas como fe en comunión con Dios. Parresía es posible como resultado de quitar la culpabilidad por medio de la sangre de Jesús.
Beneficio es un bien que se hace o se recibe.
3954 & 1288 Strong's, The Complete Word Study Bible & Reference y Diccionario de la Real Academia Española

Jesucristo dio su vida voluntariamente en sacrificio santo por amor a nosotros, pecadores, aunque no habíamos nacido, sin buscarlo ni preguntar por Él; por ello debemos estar agradecidos con el Padre por la salvación tan grande que gratuitamente nos ha dado en su Hijo, teniendo seguridad de que ahora somos salvos, no por nuestras acciones, sino por el sacrificio de Jesucristo.

L as experiencias que tiene cada persona cuando recibe a Jesucristo como salvador son distintas en cada caso. Algunos experimentan un deseo de llorar, otras una paz profunda, gozo inexplicable y otras manifestaciones; pero hay quienes no sienten nada; sin embargo, eso no quiere decir que no son salvas.

La Biblia demuestra que la obra redentora de Jesucristo no depende de los sentimientos, es decir de las emociones del alma, ni de manifestaciones físicas, sino de las fieles promesas del Señor.

1. ¿DE QUÉ SOMOS SALVOS?
a. De la condenación eterna, Mateo 10:26-28 (LBLA): Así que no les temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. Lo que os digo en la oscuridad, habladlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.
El Señor nos salvó de la condenación eterna, del fuego del infierno en donde serán echados el diablo y sus ángeles (Mt. 13:41-42; 25:40-43; Mr. 9:43-48), de donde únicamente se saldrá para ser lanzados al lago de fuego y ser castigados para siempre, en donde el fuego nunca se apaga y el gusano nunca muere (Ap. 19:20; 20:9-10; Ap. 21:8).
b. De la ira de Dios, Romanos 5:8-9 (RVA): Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Luego, siendo ya justificados por su sangre, cuánto más por medio de él seremos salvos de la ira. La sangre del Señor Jesucristo nos ha lavado del pecado y nos ha justificado delante del Padre, quitándo toda condena, de manera que ahora no hay acusación en contra nuestra (Ro. 8:1), por ello somos salvos de la ira de Dios que caerá sobre quienes no reciben a Jesucristo como su salvador. La Biblia muestra que los castigos de la ira de Dios, serán tan grandes como nunca ha habido sobre la tierra; incluso los hombres buscarán la muerte, pero huirá de ellos (Mt. 24:19-22; Ap. 9:6; 14:9-10; 19).
c. De esta perversa generación, Hechos 2:39-40 (RVA): Porque la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: ¡Sed salvos de esta perversa generación!
“Perversa” se traduce del griego “skolios” que, entre otras cosas, significa: “Retorcido, difícil de soportar y maligno” (Strong No. 4646). La perversa generación de este tiempo se caracteriza por la violencia, la maldad, degeneración, perversión, corrupción y cosas similares, gente que, pretendiendo ser sabia e inteligente, se opone a Dios y todo lo relacionado con Él. De acuerdo a Imágenes Verbales en el Nuevo Testameno de A. T. Robertson, significa: “Perversidad al apartarse de la verdad” (Lc. 9:41; Fil. 2:15). Es decir que la “perversa generación” también está integrada por quienes alguna vez conocieron la Verdad, pero se apartaron de ella.

2. NUESTRA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN: El término “seguridad” se puede traducir del griego
“asfaleía” que algunos de sus significados son: “No susceptible de caída, estabilidad y firmeza” (Strong 803, Thayer's Greek Definitios & Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo).
Al hablar de la seguridad de la salvación hacemos referencia al hecho de que cuando el cristiano reconoce que es pecador, se arrepiente del pecado, le abre su corazón a Jesucristo y lo recibe como su Salvador personal, debe tener la certeza de que efectivamente Jesucristo está en su corazón y es salvo por su sacrificio. Veamos algunas de las razones por las que debemos tener confianza y seguridad de nuestra salvación por medio de Jesucristo:
a. LA SEGURIDAD NO DEPENDE DEL CREYENTE
i. No depende de lo que somos, Romanos 3:23 (RV 1960): Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
La Biblia explica que “por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios”;  adicionalmente, en Romanos 6:23 se indica que “la paga del pecado es muerte”. Esto muestra que la salvación no depende de lo que somos, porque todo se resume en que somos pecadores, y por ello hay separación de la gloria de Dios y se recibe como paga la muerte.
Por lo tanto, si la salvación dependiera de lo que somos, ninguno sería salvo, pues todos somos pecadores y merecíamos condenación eterna (Ro. 5:18), pero Jesucristo llevó nuestros pecados, llevó nuestra culpa y condenación.
ii. No depende de lo que tenemos, Marcos 8:36-37 (RV 1960): Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Hablando de la salvación, el Señor le explicó a sus discípulos que si alguien “fuera el dueño del mundo”, su riqueza y todo lo que en el hay no le serviría de nada para salvar su alma, de hecho hace la pregunta “¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?”, la respuesta es “ninguna”, porque con nada del mundo se puede comprar la salvación.
Ahora bien, los que hemos nacido de nuevo somos salvos, por el sacrificio y la sangre de Jesucristo, algo que es imposible pagar; por ello la Biblia indica “El precio de vuestros rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto.” (1 P. 1:18b-19. Biblia Al Día).
iii. No depende de lo que sentimos, Marcos 9:23-24 (Biblia del Oso): Y Jesús le dijo:
Si puedes creer esto, al que cree todo es posible. Y luego el padre del muchacho dijo clamando con lágrimas: Creo, Señor, ayuda a mi incredulidad.
Aunque el verso anterior no habla de salvación, si muestra la confusión de los sentimientos del ser humano, porque el padre del niño lloraba, clamaba, creía pero también dudaba.
Por lo tanto la salvación tan grande que el Señor nos ha dado (He. 2:8), no depende de los sentimientos, de si sentimos algo o nó, cuando recibimos al Señor en nuestro corazón; sino de Él, que nos guardará hasta que regresemos con Él (Jud. 1:24-25).
b. LA SEGURIDAD DEPENDE DE DIOS
i. Jesucristo hizo la obra de salvación, Juan 19:28-30 (LBLA): Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: ¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Al igual que los holocaustos que se ofrecían en el Antiguo Testamento, Jesús se ofreció en holocausto por el pecado como Cordero perfecto, inocente y sin mancha, una sola vez y para siempre (Jn. 1:29; 1 P. 1:19; He. 9:24-28), de tal manera que ya no hay necesidad de ofrecer más sacrificios por el pecado y la salvación.
Adicionalmente, si después de nacer de nuevo, el pecado nos alcanza, tenemos la feliz noticia de que Su sangre está a nuestra disposición para limpiarnos, purificarnos y liberarnos del pecado (1 Jn. 2:1-2).
ii. Dios por naturaleza es fiel, 1 Juan 1:8-9 (LBLA): Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.
La Biblia nos muestra que Dios siempre es fiel; incluso aunque nosotros en determinados momentos le seamos infieles, Él no cambia hacia nosotros porque no puede negarse a sí mismo (2 Ti. 2:13).
Por eso cuando recibimos a su Hijo en nuestro corazón y nos arrepentimos, el Padre actuó con justicia y fidelidad a su Palabra y nos perdonó (Jer. 1:12 RV1995), pero su fidelidad no solamente es para ese momento, sino que sigue siendo fiel, para cumplir sus promesas de salvación en nosotros.
La fidelidad del Señor eso es una suficiemte garantía, porque quiere decir que nuestra salvación está segura (Jn. 3:36), y por lo tanto nada podrá arrebatarnos de su mano, ni separarnos de su amor (Jn. 10:29; Ro. 8:35-39)
iii. El sello del Espíritu Santo, 2 Corintios 1:20-22 (RV 1960): Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
Arras se traduce del griego “Arrabón” que significa “promesa” y se utilizaba “para indicar el dinero que se daba por adelantado como garantía, cuando se hacía una compra” (Strong No. 728).
Cuando nacemos de nuevo, recibimos el espíritu de Jesucristo y el Espíritu Santo; Espíritu Santo como garantía de la salvación (Ef. 1:13-14), y es Él quien nos restaura y perfecciona (Ro. 8:26-31), para formar en nosotros la imagen de Jesucristo y presentarnos irreprensibles ante Él (Jud. 24).
El Espíritu Santo es quien nos lleva a toda verdad y nos guardará de ser engañados (Jn. 16:13-14).

3. LOS BENEFICIOS DE LA SALVACIÓN: La salvación en sí misma es un regalo y beneficio invaluable que Dios nos dio, pero en su bondad también pone a nuestra disposición más beneficios para que, por la fe, los tomemos y disfrutemos de ellos. Veamos algunos:
a. Perdón de pecados, Mateo 26:27-28 (LBLA): Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.
La Biblia indica que la paga del pecado es muerte, y por cuanto todos pecamos, todos somos merecedores de la muerte eterna; sin embargo, Jesucristo derramó su sangre para el perdón de nuestros pecados, que nos acusaban y nos hacían merecedores del fuego del infierno.
Por ello debemos dar gracias a Dios por dar a su Hijo, y al Hijo por ofrecerse en sacrificio, porque por Él son borrados y perdonados nuestros pecados.
b. Paternidad, Juan 1:11-13: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. .
El Padre no solamente nos dio salvación, sino que, por su gran amor, también nos adoptó (1 Jn. 3:1-2), y nos dio el espíritu de adopción, para ser sus hijos y que podamos acercarnos a Él con toda confianza (Ro. 8:15, 23; 9:4; Gá. 4:5; Ef. 1:5).
Nuestro Padre Jehová es tierno y se compadece de nosotros (Sal. 103:13 DHH), nos ama, nos cuida con ternura (Os. 11:4), nunca se olvida de nosotros (Is. 49:15), y como buen Padre, también nos corrige y disciplina para perfeccionarnos (He. 12:6-8).
Hay cristianos que tuvieron la mala experiencia de que no fueron hijos deseados por sus padres biológicos; sin embargo, nuestro Padre celestial, sí se gozó cuando nacimos de nuevo (Lc. 15:8-10; 20-24).
c. Unidos a Cristo, tenemos ciudadanía, con pactos y promesas, con esperanza y con
Dios, Efesios 2:12-13 (RVA): Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais llamados incircuncisión por los de la llamada circuncisión que es hecha con mano en la carne. Y acordaos de que en aquel tiempo estabais sin Cristo, apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, estando sin esperanza y sin Dios en el mundo
Cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, sin Cristo, prácticamente no teníamos nada; estábamos separados de Cristo, no teníamos ciudadanía, no teníamos pactos ni promesas, no teníamos esperanza y mucho menos a Dios; pero ahora, por medio de Jesucristo, tenemos todas esas cosas y más.
D ebemos estar agradecidos con el Señor y estar conscientes de la obra tan grande que hizo y está haciendo en nosotros, porque siendo sus enemigos, envió a su Hijo Jesucristo a morir por nosotros para salvarnos y en garantía nos ha dado a su Espíritu Santo, que mora dentro de nosotros.
Hemos visto algunas de las bendiciones que Dios nos hado al haber nacido de nuevo; sin embargo, son muchas las cosas de las que nos ha salvado, son muchas las razones por las cuales debemos estar seguros de la salvación y también son muchos los beneficios que están a nuestra disposición, y por ello debemos buscarlas y descubrirlas en la Biblia para que se hagan realidad en nuestra vida.



La seguridad de la salvación y sus beneficios

“Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quién tenemos SEGURIDAD Y ACCESO con confianza por medio de la fe en El.”
Efesios 3:11-12.
INTRODUCCIÓN
Es importante que el nuevo creyente tenga la seguridad de su salvación, ya que la experiencia de las personas al momento de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador es distinta en cada caso. Algunas personas  experimentan un deseo de llorar, otras una paz profunda, gozo inexplicable y otras manifestaciones; pero hay quienes no sienten nada, ¿quiere decir eso acaso que no son aún salvas, o que no trajo ningún beneficio el acto mismo de recibir a Cristo?, de ninguna manera, la obra redentora de Cristo no depende de los sentimientos (del alma), ni de las manifestaciones físicas, sino de las fieles promesas de Jesucristo.
DESARROLLO
1. LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN: El término seguridad viene del griego asfaleía que quiere decir: no susceptible de caída o algo firme (Strong 803; Diccionario VINE). Al hablar de seguridad de la salvación se está haciendo referencia al hecho de que el nuevo creyente, al momento de invitar a Jesucristo a entrar a su corazón y aceptarle como Señor y Salvador personal, debe tener la certeza de que, efectivamente Cristo está en su corazón. ¿En qué se basa esta seguridad? Se pueden establecer dos aspectos:
a. LA SEGURIDAD NO DEPENDE DEL CREYENTE. ¿Por qué se dice esto?
i. No depende de lo que somos. En la Biblia se dice que las naciones (hombres), son menos que nada delante del Señor (Is. 40:17), y que el hombre es como el polvo (Sal. 103:14), y en el Nuevo Testamento se llama al hombre pecador (Ro. 3:23), por lo tanto si la salvación dependiera de lo que somos, ninguno sería salvo, pues todos somos pecadores y merecíamos condenación eterna (Ro. 5:18).
ii. No depende de lo que tenemos. Dios es el dueño de todas las cosas, de Él es la tierra y todo lo que en ella existe (Sal. 24:1), por lo tanto, el hombre nada tiene para comprar su salvación, por eso Jesús les dijo a sus discípulos que ¿Qué provecho obtendría un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? ó ¿Qué podría dar el hombre a cambio de la salvación de su alma?, Nada (Mt. 16:26).
iii. No depende de lo que sentimos. Los sentimientos del ser humano son muy variables, por naturaleza es voluble ante las circunstancias, por lo tanto tiende a ser engañoso. En Jeremías 17:9 se dice que “más engañoso que todo, es el corazón” (sentimientos), y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?. El ser humano muchas veces ni él mismo se comprende, por eso una salvación tan grande no depende de un sentimiento.
b. LA SEGURIDAD DEPENDE DE DIOS. ¿Por qué?
i. Su hijo Jesucristo hizo la obra perfecta de redención (salvación). La obra perfecta que hizo Jesús a favor del hombre fue ofrecerse a sí mismo como sacrificio por el pecado de la humanidad, por eso Juan El Bautista declaró que Jesús era el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo” (Jn. 1:29). Dicho sacrificio es único y para siempre, de tal manera que ya no hay necesidad de ofrecer otro por la salvación. Es maravilloso saber que si el pecado nos alcanza, podemos utilizar la sangre de Jesucristo, que todavía está fresca, para llegar ante Dios y pedirle que nos limpie de todo pecado con la sangre bendita de su hijo (1 Jn. 2:1-2).
ii. Dios por naturaleza es fiel. El hombre es infiel, más Dios siempre permanece fiel (2 Ti. 2:13). Es un alivio saber que Dios nunca cambia y a todo el que cree en El le prometió vida eterna (Jn. 3:36), es más, el Señor juró (He. 7:21), que ésta promesa se cumpliría y la selló con un pacto, un mejor pacto, el pacto de la sangre de su Hijo, quien es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios (He. 7:25). Además, el aseguró que nadie podría arrebatar de su mano a un creyente en Él (Jn. 10:29).
iii. El sello del Espíritu Santo. Dios ha dado al creyente una garantía anticipada de la salvación eterna, alguien que provee de seguridad de esta promesa, que es El Espíritu Santo (Ef. 1:13-14). Así, quien no tiene el Espíritu Santo no es salvo (Ro. 8:9). El Espíritu Santo también perfeccionará al creyente (Ro. 8:26-31), hasta el día de Jesucristo y lo presentará irreprensible (Jud 24).
2. LOS BENEFICIOS DE LA SALVACIÓN: La palabra beneficio se deriva del griego antilambano y quiere decir: asirse de y tomar algo que está ante (Strong 482). Cuando se habla de los beneficios de la salvación, se habla de lo que Dios pone ante el nuevo creyente para que lo tome por la fe. Veamos algunos beneficios:
a. Perdón de pecados (Col. 2:13): La Biblia enseña que por un hombre entró la muerte por el pecado, pero que también por un hombre entró el perdón, es decir, Jesucristo; por lo que al reconocer su sacrificio expiatorio, su Sangre borra todos los pecados, no importando el tamaño o gravedad de los mismos.
a. Paternidad (Jn. 1:11-12): La Biblia es clara cuando indica que solamente se puede ser hijo del Padre, recibiendo y creyendo en su Hijo Jesucristo. Dios adopta al creyente por el Espíritu Santo (Is. 49:15), y nunca se olvidará de él. Así como un hijo puede desobedecer a su padre, un hijo de Dios también puede desobedecerlo, es decir, puede cometer pecado, por lo tanto Dios lo disciplinará (He. 12:6-8), con amor, para perfeccionarlo.
b. Vida eterna (Jn. 3:16): El propósito de Dios es que toda persona experimente la vida eterna que El otorga, pero que a causa del pecado, ésta se ve interrumpida, por lo que ahora todo el que cree en Jesucristo puede experimentar la vida eterna y abundante que Cristo ofrece (Jn. 10:10).
c. Una nueva creación (2 Co. 5:17): Al momento de conocer al Hijo de Dios, se inicia un proceso de Regeneración, el cual destaca el inicio de un nuevo estado de cosas en contraste con el viejo (Diccionario
VINE). Es un proceso ascendente en el que se afirma que “las cosas viejas van pasando y todas vienen a ser hechas nuevas”. En este proceso se avanza en la medida en que el nuevo creyente va entregando todas las áreas de su vida.
d. Ciudadano del reino de los cielos (Fil.3:20; 1 P. 2:9-10): El conocer a Jesucristo permite salir de la ciudad de pecado (Egipto), y obtener una nueva ciudadanía, Cristo afirma que ha ido a preparar lugar, “para que donde Yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:6), no un día, sino eternamente y para siempre.
e. Es integrado al cuerpo de Cristo. El nuevo creyente es hecho miembro del Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:12), que es la Iglesia, ya no está solo, tiene identidad, ahora los miembros de la iglesia son sus hermanos, su familia, por lo tanto, tampoco puede dirigirse solo, sino que tendrá que aprender a sujetarse a los miembros del cuerpo (1 Co. 12:14-20).
f. Se le entregan regalos. El Espíritu Santo regala dones, que son más que regalos, habilidades que Dios da a los creyentes para la edificación de su Iglesia (1 Co. 14:12). Estos dones permiten al nuevo creyente crecer y desarrollarse hacia la madurez, dándole la oportunidad de servir dentro de la Iglesia.
CONCLUSIÓN
Cristo afirmó en Juan 17:12 que ninguno de los que le dieron por hijos, se le perdió, por lo tanto, la seguridad de la salvación, no depende de nosotros, sino de la fidelidad de Dios a sus promesas y pactos, por medio del sacrificio de Jesús en la cruz y del perfeccionamiento que el Espíritu Santo hace en cada creyente. El hijo de Dios tiene muchos beneficios que no los merecemos, pero nos los dan por gracia y amor, por lo tanto no despreciemos una salvación tan grande, que ningún otro puede dar, así que debemos ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor (Fil. 2:12).